Suelen estar entre las favoritas de la crítica y el público, han ganado premios como el Óscar, han conseguido recaudaciones millonarias en taquilla, incluso alguna le gustó a Carlos Boyero, pero lo cierto es que estas películas, sin llegar a ser una mierda (el titular es exagerado), están bastante sobrevaloradas, ¿no os parece? Ahí va el decálogo:
- Amelie (2001): un usuario de Filmaffinity la definió, muy acertadamente, como el anuncio de tampones más largo de la historia. Todo en Amelié es naif y ñoño, empezando por su protagonista, una rarita sin amigos que en lugar de entretenerse haciendo tartas fondant y coleccionando tazas de Mister Wonderful, se inmiscuye en la vida de sus vecinos sin que nadie se lo pida. Lo único que la salva es la maravillosa fotografía de Bruno Delbonnel y que está rodada en Montmatre, porque esto en Carabanchel no habría por dónde cogerlo. No recomendada para diabéticos, ni mayores de veinticinco.
- Arrebato (1979): aclaremos esto de una vez por todas, Arrebato no es que sea una película maldita, es que es mala, sin presupuesto, falta de ritmo, con una voz en off ridícula y un guión sin pies, ni cabeza. Hay que haberse fumado más chinos que su director durante el rodaje para considerar este tostón una obra de culto.
- Boyhood (2014): doce años tardó Richard Linklater en rodarla, un ejercicio de paciencia solo comparable al de su visionado y es que en 165 minutos de metraje apenas pasa nada reseñable. Francamente, para ver a gente anodina en su día a día, prefiero Instagram.
- Grupo salvaje (1969): con las películas de Sam Peckinpah me pasa como con los chistes del negro del whatsapp, que a los hombres les encantan y yo no les encuentro la gracia por ningún lado, será cosa de la testosterona. Grupo salvaje, o La manada se va al oeste, tampoco pasa el test de Bechdel: borracheras, tetas, tiros, tetas y más tiros todo ello aderezado con un montaje lleno de flashbacks explicativos e imágenes a cámara lenta que en su día resultarían innovadoras pero hoy se ven un tanto desfasadas (¡esas cortinillas de agua, por el amor de Dios!).
- La piel que habito (2011): Pedro Almódovar es un excelente escritor de diálogos y un gran director de actrices, lo demostró con dos comedias que están, por méritos propios, entre las mejores de toda la historia del cine español, Qué he hecho yo para merecer esto (1984) y Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). Lo malo es cuando el manchego pretende ponerse serio y nos hace reír de forma involuntaria, como en esta versión grandilocuente de El ciempiés humano (2009).
- La vida es bella (1997): en el mundo real los nazis se habrían cargado a Roberto Begnini nada más poner un pie en el campo de concentración y nosotros nos habríamos ahorrado este bochorno de película que trivializa el holocausto y apela sin pudor al sentimentalismo fácil. La megalomanía de su director, guionista y actor principal se vio recompensada con tres Óscar que seguramente no habría conseguido de no estar detrás de la producción el matón de Hollywood Harvey Weinstein. Por cierto, si un tío te persigue a diario diciéndote «buenos días, princesa» huye de inmediato.
- Lost in translation (2003): tras debutar con Las vírgenes suicidas (1999), una adaptación que no hace justicia a la mejor obra de Jeffrey Eugenides, Sofia Coppola volvió a la carga con esta oda al aburrimiento, llena de silencios incómodos y planos excesivamente largos. No queda claro qué problema tienen los personajes de Bill Murray y Scarlett Johanson, además del jet lag, para tirarse toda la película paseando por Tokio con gesto lánguido en vez de estar comiendo sushi y haciéndose selfies como la gente normal, pero seguro que el espectador se echará una buena cabezada si la pilla por la tele a la hora de la siesta…
- Moonlight (2016): hay un principio fundamental en narrativa llamada pacto de verosimilitud con el lector (en este caso espectador), por el que aceptamos los elementos imaginarios de una obra de ficción, por eso, aunque sabemos que son cosas que nunca pasan en la vida real, no nos extrañamos cuando los animales hablan en Babe, el cerdito valiente (1995) o cuando Alfredo Landa liga con pibones suecos en una película de Mariano Ozores, pero hacernos creer que un narcotraficante con la pinta de empotrador de Trevante Rhodes ha llegado virgen a la veintena, solo porque de niño le hicieron bullying, es saltarse a la torera ese pacto y tomarnos por idiotas. Hasta La, La, Land (2016) se merecía más el Oscar que le arrebató.
- Ocho apellidos vascos (2014): ¿Ocho apellidos vascos la películas más taquillera de la historia del cine español?, ¿estamos tontos o qué? Qué conste que siempre he admirado a los guionistas de Vaya semanita, el programa de la televisión vasca es todo un referente del humor y sus Batasunis una genialidad capaz de hacer reír por igual a españolistas y miembros de la kale barroka pero ni esto es una película, es una sucesión de sketches bastante irregulares, ni Dani Rovira es un actor de verdad, seamos serios.
- Rompiendo las olas (1996): Lars von Trier no es que sea machista, es que si buscas misógino en el diccionario te aparece su cara. Aquí se ensaña hasta el límite de lo tolerable con Emily Watson y con el pobre espectador, que acaba mareado de tanto temblor de cámara. Por suerte, para su siguiente película, pasó del movimiento DOGMA y se compró un trípode pero siguió maltratando a sus personajes femeninos y a las actrices que los interpretaban (de hecho todas, excepto Charlotte Gainsbourg, han declinado volver a trabajar con el director danés). Cuando le declararon persona non grata en Cannes por hacer chistes de cuñado sobre Hitler, pensé que por fin nos libraríamos de él, pero este año ha vuelto al festival con una historia sobre su alter ego: un asesino en serie que mata mujeres y se recrea en sádicas torturas, como amputarles los pechos. No es de extrañar que más de cien personas abandonaran la sala durante la proyección, yo si me lo cruzo por la calle y me cambio de acera.
¿Añadiríais alguna a la lista? No os cortéis, podéis dejarme vuestra opinión, queja o insulto en los comentarios.
Menos mal alguien con criterio y cerebro.
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Gracias 😉
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